Presentación

Misión, visión e identidad del Departamento de Lingüística de la Universidad de Chile

El Departamento de Lingüística y los estudios del lenguaje en la Universidad de Chile

El estudio de lenguas en la Universidad de Chile antecede con mucho a la creación del Departamento de Lingüística. Andrés Bello, quien fue académico fundador de la Facultad de Filosofía y Humanidades, publicó en 1847 su notable Gramática de la lengua castellana destinada al uso de los americanos, de persistente influjo en la gramática española, y realizó aportes relevantes en métrica, fonética y, más ampliamente, en la filología hispánica. En 1843, en su discurso de instalación de la Universidad de Chile, Bello se refirió al departamento literario, encargado de afinar el lenguaje y estudiar las lenguas vivas y muertaspara favorecer la comunicación “con la antigüedad y con las naciones más civilizadas, cultas y libres” de su tiempo. Para Bello, el estudio del castellano era un objeto de “alta importancia” en el programa de la Facultad de Filosofía y Humanidades, y debía, sin hacer “violencia a su genio” ni ceder al “purismo exagerado que condena todo lo nuevo en materia de idioma”, favorecer el enriquecimiento del español. Consecuentemente, el artículo 8° de la ley que creaba la Universidad establecía que la Facultad debía dar una atención especial al cultivo de la lengua en los establecimientos educacionales del país. Si bien durante sus primeros años la Universidad no fue un establecimiento docente sino, más bien, una academia orientada al cultivo de las ciencias y las letras, semejante en este punto al Institut de France (Silva Vargas 2004), desde el principio se leyeron en ella trabajos, se dieron discursos y se publicaron en los Anales de la Universidad de Chile artículos orientados, fundamentalmente, a fines prácticos y de política lingüística. La Universidad también aprobaba o recomendaba los textos de lectura, gramática castellana y enseñanza de lenguas destinados a los establecimientos educacionales. La enseñanza universitaria de lenguas, con todo, es aún más antigua: en la universidad conventual de los dominicos, establecida en 1622, se dictaba latín y en la Real Universidad de San Felipe de Santiago, creada por cédula real en 1738 y antecedente directo de la Universidad de Chile, se estableció una cátedra de lengua mapuche, cuyo primer catedrático se designó en 1756 y que al poco tiempo se eliminó (Medina 1928, Mellafe et al. 1992).

No obstante lo anterior, no es exagerado decir que la lingüística propiamente tal llega a Chile en 1890, con el arribo de Rodolfo Lenz, contratado junto a otros profesores alemanes para formar parte del cuerpo docente del recién establecido Instituto Pedagógico, dependiente de la Facultad de Filosofía y Humanidades y destinado a la formación del profesorado de educación secundaria. Junto a él, llegó Federico Hanssen, especialista en lenguas clásicas e historia de la lengua, autor, entre otras obras, de una excelente Gramática histórica de la lengua castellana (1913). Aunque contratado fundamentalmente con funciones docentes y utilitarias, Lenz dio inicio al estudio científico tanto de las propiedades del español hablado en Chile como de las lenguas indígenas, en particular el mapudungun. Fue también profesor en el Pedagógico de lingüística, inglés, francés y, desde 1919, tras la muerte de Hanssen, de gramática histórica española. Sus sólidas bases teóricas y metodológicas, así como su concepción de la filología como disciplina articuladora de las actualmente denominadas ciencias humanas, sirvieron de fundamento para una obra extensa e innovadora que ha tenido gran influencia en los estudios de gramática y fonética del español, la lexicografía y la dialectología del español americano, el español en contacto y, por supuesto, la investigación de todos los niveles lingüísticos del mapudungun, incluyendo el discursivo (Sánchez 1992). Basten mencionar, entre sus obras, sus Estudios araucanos (1895-97), el Diccionario  etimolójico de  las voces chilenas  derivadas de lenguas  indíjenas americanas (1905-10) y La oración y sus partes (1920). Su influencia docente y formativa también debió ser notable. Como expresa Rojas Carrasco, Lenz destacó “por el entusiasmo que logró contagiar a espíritus estudiosos, entre ellos a los numerosos alumnos que pasaron por sus cátedras de lingüística castellana y general” (1940: 143).

La huella de Lenz fue continuada por profesores como Rodolfo Oroz, autor de La lengua castellana en Chile (1966), la monografía más completa de nuestra variedad del español; Heinz Schulte-Herbrüggen, oriundo de Alemania, contratado en 1949, autor de la obra El lenguaje y la visión del mundo (1963); Emilio Goldschmidt, experto en germanística; Julio Plaut, profesor de gramática histórica francesa; y Demetrio Aguirre, profesor de gramática histórica inglesa. En una nueva generación les suceden el  gramático Ambrosio Rabanales; y el filólogo Mario Ferreccio, todos ellos referentes internacionales de la lingüística y la filología hispánica. En la enseñanza y estudio de lenguas  extranjeras, particularmente en inglés, cabe mencionar a José María Gálvez y Óscar Skewes, entre otros. La tradición ha continuado hasta nuestros días, pasando por profesores como Aura Bocaz y Clotilde Vivanco, llegando a otros como Alfredo Matus, Gilberto Sánchez e Hiram Vivanco, de amplio reconocimiento internacional, y proyectándose a las nuevas generaciones de académicos y académicas del Departamento.

Las ciencias del lenguaje y la enseñanza de lenguas se han desarrollado en varias unidades académicas y administrativas en la historia de la Universidad, e incluso hoy se enseñan lenguas en otras dependencias de la Facultad. Originalmente, la sección de Humanidades del Pedagógico estaba destinada a la enseñanza de las siguientes lenguas: español, inglés, francés, alemán, italiano, latín, griego, ruso, servio-croata (polaco, durante un año). A lo largo del siglo pasado, distintos departamentos e institutos, entre ellos el de Filología y el de Investigaciones Histórico-Culturales, cultivaron el estudio y enseñanza de la lingüística y las lenguas, tanto en el Pedagógico como en la Facultad (Mellafe et. Al 1992). Respecto a la creación de grados académicos, la cronología que ha tenido el Departamento es la siguiente: en 1947 se creó el programa de Licenciatura en Filosofía con mención en Filología Romance y el Doctorado en Filosofía con mención en Filología Romance. En la década de los  60 se creó la Licenciatura en Filosofía con mención en Lingüística General y, posteriormente, el Doctorado en Filosofía con mención en Lingüística Hispánica sustituyó al Doctorado en Filosofía con mención en Filología Romance. En 1980 se agregó el programa de Bachillerato en Filosofía con menciones. En 1981, en el contexto de un cambio radical de la enseñanza superior en Chile, la dictadura separó de la Universidad al Instituto Pedagógico, que pasó a denominarse Academia Superior de Ciencias Pedagógicas de Santiago y, posteriormente, Universidad Metropolitana de Ciencias de la Educación. Esta acción conllevó que académicos de la Facultad, entre ellos de los dos departamentos ya mencionados, fueran destinados a la nueva institución, sacándolos de la Universidad (Vivanco 2017). El mismo 1981, los departamentos de Lingüística y Filología y de Lenguas Modernas confluyeron en el actual Departamento de Lingüística, destinado a la investigación y a formación conducente a grados académicos, no a títulos profesionales. Dos áreas dominaron el Departamento: hispánica e inglesa.

El Golpe de Estado tuvo graves efectos. El Departamento de Lenguas Eslavas fue cerrado. La sede Oriente, donde estaban la Facultad y el Pedagógico, fue ocupada militarmente el mismo 11 de septiembre y se inició una operación de “limpieza”, esto es, de expulsión de miembros de la comunidad, reanudándose las clases recién en abril del año siguiente (Subercaseaux 2014). Después de 1973 desaparecieron el Departamento de Italiano, el Departamento de Lenguas  Eslavas y el Departamento de Lenguas Clásicas. El Departamento de Francés, el Departamento de Alemán y parte del Departamento de Inglés pasaron a formar parte de la Academia Superior de Ciencias Pedagógicas (posteriormente UMCE).En 1974 se crearon el Departamento de Lingüística y Filología y el de Lenguas Modernas.

Hoy, el Departamento dicta, en conjunto con el de Literatura, dos programas académicos de pregrado: Licenciatura en Lingüística y Literatura y Licenciatura en Lingüística y Literatura Inglesas. Sus graduados pueden seguir estudios de posgrado o formación pedagógica poslicenciatura. También dicta el programa de magíster en Lingüística con mención en lengua española y en lengua inglesa, así como diplomados de extensión. Académicos del Departamento participan en otros programas de la Facultad, como la Licenciatura en Estudios Internacionales, el Magister en Estudios Cognitivos y el Doctorado en Literatura. Publica, además, dos revistas especializadas: el Boletín de Filología de la Universidad de Chile, fundado en 1934 y orientado a la lingüística y la filología hispánicas, y Lenguas Modernas, fundada en 1974 y centrada en lingüística aplicada, análisis del discurso y la relación entre lenguaje y cognición. Académicos del Departamento enseñan también alemán, francés, italiano, mapudungun y español para extranjeros, y hay adscritos lectores de catalán, portugués y ruso. En el Departamento, junto con cultivarse las disciplinas nucleares, como gramática, fonética y fonología, y lexicología, se investiga en interdisciplinas que relacionan el lenguaje con la mente, la sociedad y la cultura. También ocupan un lugar destacado la filología chilena, el análisis del discurso y la lingüística aplicada.

Si bien el Departamento de Lingüística es una unidad relativamente reciente en la historia de nuestra Universidad, sus antecedentes pueden remontarse a la instalación de la Facultad de Filosofía y Humanidades en 1843 y aún más atrás. Desde su inicio, la historia de la Facultad ha sido indisociable de la de la investigación y enseñanza de las lenguas, la filología y la lingüística. No podría ser de otro modo, pues el estudio de la cultura y las humanidades es inconcebible sin el del lenguaje y las lenguas.

Referencias

  • Bello, Andrés. 1843. “Discurso pronunciado en la instalación de la Universidad de Chile”. Anales de la Universidad de Chile, 1, págs. 140-152
  • Feliú Cruz, Guillermo. 1965. El Instituto Pedagógico bajo la dirección de Domingo Amunátegui Solar. Santiago, Editorial Universitaria.
  • Lei orgánica de la Universidad de Chile, 19 de noviembre de 1842.
  • Medina, Toribio.1928. Historia de la Real Universidad de San Felipe de Santiago de Chile. Santiago, Soc. Imp. y Lit. Universo.
  • Mellafe, Rolando, Antonia Rebolledo y Mario Cárdenas. 1992. Historia de la Universidad de Chile. Santiago, Ediciones de la Universidad de Chile.
  • Rojas Carrasco, Guillermo. 1940. Filología chilena. Guía bibliográfica y crítica. Santiago, Imp. y Lit. Universo.
  • Sánchez, Gilberto. 1992. “La  contribución del Dr. Rodolfo  Lenz al conocimiento de la lengua  y cultura mapuches”, Boletín de Filología de la Universidad de Chile, XXXIII, págs. 273-299.
  • Silva Vargas, Fernando, 2004, “El Instituto de Chile y su presencia en la cultura nacional”, Anales  del Instituto  de Chile,  Vol.  XXIV, N°  2, Estudios,  págs. 13-20.
  • Subercaseaux, Bernardo. 2014. “Memoria desnuda y memoria vestida”, Meridional, 2, págs. 167-192.
  • Vivanco, Hiram. 2017. “Gestación del Senado Universitario”. Anales de la Universidad de Chile, 7ª serie, 11, págs. 181-188.
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