Niñez y Dictadura: reflexiones y próximas actividades

Niñez y Dictadura: reflexiones y próximas actividades

La actividad es organizada por la Cátedra de Derechos Humanos de la Vicerrectoría de Extensión y Comunicaciones de la Universidad de Chile y se realizará el viernes 9 de noviembre en la Sala Camilo Mori a las 19:00 horas.

Su participación, señala Anahí Troncoso, tendrá como objetivo discutir en qué medida los textos literarios abren un espacio para pensar y reflexionar sobre el lugar que niños y niñas tuvieron en el pasado reciente y cómo dicha infancia es representada actualmente en la literatura destinada para niños y niñas

El equipo organizador del seminario “Niñez y Dictadura. Reflexiones a 45 años del golpe de Estado en Chile”, realizado el pasado mes de agosto, ha seguido trabajando en relevar el lugar que niños y niñas tuvieron en dictadura, tanto en su condición de víctimas del terrorismo de Estado, como en su calidad de actores sociales y, en muchos casos, de agentes políticos.

Atendiendo a que los contextos de violencia hacia la infancia no han cesado, este proyecto asume el desafío de pensar las violencias del pasado desde las distintas estrategias de resistencia, que contribuyen a profundizar nuestra comprensión sobre el presente y canalizar nuestros esfuerzos por incidir en el actual contexto socio-político.

Milena Gallardo Villegas, Ana López Dietz y Anahí Troncoso Araya, son coordinadoras de tres Diplomas de Extensión dependientes del Centro de Estudios Latinoamericanos y del Departamento de Literatura de la Facultad de Filosofía y Humanidades de la Universidad de Chile, y conforman el equipo que estuvo a cargo del Seminario y del desarrollo de distintas iniciativas, las que incluyen, entre otras, la difusión vía podcast de los audios del seminario y la publicación de un libro en conjunto con la Fundación para la Protección de la Infancia Dañada por los Estados de Emergencia (PIDEE) y la Cátedra de Derechos Humanos de la Universidad de Chile.

Apuntan a que tanto los temas asociados a la niñez como a la dictadura no son asuntos del pasado, sino más bien se trata de ejes centrales de nuestro contexto actual, los que exigen ser revisados y resignificados. El compromiso del equipo es relevar estos ejes, aportando nuevos sentidos al pasado, desde y para el presente.

¿Cómo estas experiencias permiten abordar actuales violencias o vulneraciones a niñas, niños, adolescentes?

Uno de los objetivos centrales de este ciclo de conversaciones fue relevar el trabajo que, por largos años, distintas personas, organizaciones e instituciones, entre las que se cuenta el pidee, han desarrollado, elaborando estrategias de protección para los niños, niñas y adolescentes, y buscando condiciones para que estos crezcan de forma plena, respetando sus autonomías y reconociéndolos como sujetos de derecho, a pesar de los múltiples contextos de vulneración. Nos interesó relevar estas prácticas y pensar sobre las posibilidades que ellas iluminan para nuestros presentes, enfatizando las distintas condiciones de migrantes, mujeres —en el caso de las niñas—, militantes, indígenas, pobres y una extensa gama de identidades sociales que aún hoy son desplazadas por el Estado. Desde esta perspectiva, asumimos que socializar y poner en común los relatos asociados a la violencia dictatorial, nos permite acceder a una enorme trama de colaboraciones y estrategias desplegadas por adultos y niños para resistir y sobrevivir. Tenemos la idea que al reflexionar colectivamente acerca de las proyecciones de estas historias, a nivel íntimo y colectivo, estamos aportando en la construcción de espacios de escucha que, a su vez, permiten pensar en la reconstitución de nuestros lazos afectivo-comunitarios.

Así, creemos que narrar, articular y reconocer las estrategias y recursos que en su momento fueron utilizados por los distintos actores que se enfrentaron a la violencia del terrorismo de Estado, puede ser un antecedente que hoy contribuya a pensar en formas de enfrentar la violencia institucionalizada y estructural que vulnera los derechos de los niños, niñas y adolescentes.

En esta línea, nos interesa destacar una serie de estrategias que fueron enunciadas y analizadas a lo largo de las sesiones, las que tuvieron relación con distintos temas: reconstrucción de identidades sociales, organización militante y trabajo en equipo, claves psicológicas para enfrentar con los niños y las niñas las disociaciones y las vivencias traumáticas, entre otras.

La psicóloga del pidee, Gloria Maureria, en la primera sesión de este ciclo, señalaba que la práctica sistemática de la violencia tiene como objetivo destruir psicológicamente a la persona y a su grupo familiar, generando así la fragmentación del tejido social y la atomización, que, a su vez, obstaculizan la comunicación y la reconstrucción de puentes afectivos en el ámbito social. Asimismo, advirtió que, en sociedades como la nuestra, marcadas por la impunidad, se hacen presentes una serie de fenómenos disociativos y traumáticos que están vinculados a la incapacidad de procesar un exceso de información producida por fuera de los marcos previstos y aceptados por los parámetros de la convivencia humana.

Recogiendo los aprendizajes de quienes levantaron iniciativas de resistencia en dictadura, y frente al complejo desafío de recomponer nuestras identidades y afectos sociales, la psicóloga afirma que debemos pensar y actuar de manera coordinada y crítica. En esta línea nos ofrece claves estratégicas para consolidar y fortalecer los equipos, para lo cual, enfatiza, hay que hacer prevalecer los puntos de vista que unen a las personas.

En este mismo sentido, diversas voces durante la semana destacaron la importancia de trabajar en el orden de la resignificación de las experiencias con miras a construir espacios de escucha y de vida digna. Particularmente, para el caso de los niños y niñas, el equipo psicológico del pidee compartió nociones acerca de lo fundamental que resultó para ellos diseñar esquemas terapéuticos que resguardaran la alegría, la creatividad, la esperanza, la confianza y los juegos. De este modo, a partir de la experiencia del pidee, de la historia del Proyecto Hogares del mir, narrada y analizada por Macarena Aguiló, y de otros relatos vinculados, por ejemplo, a la creación artística literaria y audiovisual que aborda estos temas, concluimos que se hace fundamental que los niños y niñas puedan apropiarse de sus historias, sin secretos ni ambigüedades, para luego ser acompañados en el proceso de reparación. Al respecto, Gloria Maureira nos advertía que, al mismo tiempo que se vivencian estas experiencias duras y difíciles de procesar, es posible y necesario habilitar para los niños y niñas otras experiencias vitales que generen nuevos espacios afectivos vinculados con la calma, la alegría y el equilibrio. De este modo, nos recuerda que si bien la rabia, el dolor y la tristeza son emociones esperables y legítimas, es central cautelar la existencia de otras emociones que serán claves en el proceso de reparación, aportando fortaleza y otros registros de seguridad.

¿Cuál es la importancia de reconocer a niñas, niños y adolescentes como sujetos de derecho, políticos, históricos, de memoria?

La memoria, como acción política, como trabajo, es patrimonio de todos y todas. En este sentido, los niños, niñas y adolescentes —de ayer y de hoy—, no sólo tienen un lugar en la memoria, sino también el derecho a ejercerla.

Es por esto que reconocer a los niños y niñas como sujetos políticos es tan importante, porque evidencia, en primer lugar, que la «infancia» no es una categoría romántica ni homogénea, sino que se refiere a un campo social diverso, en el que se entrecruzan identidades de género, clase y étnicas, entre otras, por lo tanto, su incidencia en la historia es de múltiples formas, las que no siempre son atendidas.

En segundo lugar, este reconocimiento le da a los niños, niñas y adolescentes del pasado —hoy adultos— la posibilidad de visibilizar sus experiencias en el mega relato de la dictadura cívico-militar chilena. Reconociendo que fueron víctimas directas de la represión y del terrorismo de Estado, pero que también construyeron estrategias de resistencia y lucha.

En tercer lugar, porque nos habilita a comprender que, como adultos, no hacemos ningún “favor” al permitirles a los niños y las niñas de hoy, que construyan sus propias memorias sobre el pasado reciente. Como sujetos de derecho, se debe garantizar su rol social y esa es la tarea fundamental que tenemos los adultos. En este sentido, no se trata únicamente de contarles lo que pasó durante la dictadura cívico-militar, sino de configurar espacios para que puedan apropiarse del pasado, resignificar la historia y trazar nuevos caminos para construir libremente el mundo que desean habitar.

Uno de los elementos que se discutieron a lo largo de la actividad “Niñez y Dictadura. Reflexiones a 45 años del golpe de Estado en Chile”, corresponde al reconocimiento que nuestra sociedad está plagada de injusticias y de impunidad. La manera adultocéntrica y patriarcal con la que hemos conducido las relaciones sociales entre niños y adultos es, sin duda, uno de los problemas más profundos que tiene nuestro país. Debemos re-pensar estas estructuras y formas de vínculo, pero debemos hacerlo con los niños y niñas. En el mes de septiembre, el Consejo de Niños, Niñas y Jóvenes de Recoleta hizo un llamado a «generar relaciones de igualdad y respeto», señalando que no sólo a través de los golpes se ejerce violencia. Los chicos y chicas tienen bastante claridad sobre las problemáticas que los aquejan, pero además, tienen muchas propuestas que aportar. El carácter de sujetos en formación ha provocado el equívoco de que los niños, niñas y adolescentes se encuentran siempre “en falta”, sin saberes y, consecuentemente, que los adultos estamos “plenos”, sin la necesidad —ni posibilidad— de aprender y cambiar. Esta mirada estereotipada y errada de los procesos formativos, anula la comprensión de que cada sujeto se encuentra en constante cambio, que la educación y el aprendizaje son acciones cotidianas y comunitarias.

Pensar en la niñez y la memoria adquiere una gran relevancia hoy. Siempre se dice que hay que proteger y educar a los niños y niñas, porque son el futuro del país. Sin embargo, los niños, niñas y adolescentes son sujetos hoy. Sus presentes son los que están en juego y a eso es a lo que hay que apelar. En la medida que el presente de los chicos y chicas de hoy se configure en respeto y libertad, posibilitaremos la transformación social que todos, tanto niños como adultos, necesitamos.

¿Cuáles son los desafíos (deudas, necesidades) para el Estado, las organizaciones y la sociedad civil?

Como señalamos a lo largo de ciclo “Niñez y Dictadura. Reflexiones a 45 años del golpe de Estado”, falta aún por reconocer la extendida y profunda violación de derechos humanos que vivieron miles de niños, niñas y adolescentes a lo largo de la dictadura cívico-militar.

Sólo para dar cuenta de algunos datos, según el Informe sobre Prisión Política y Tortura, el total de menores de edad que calificaron como víctimas de cárcel y tortura durante 1973 a 1990 alcanzó a 1.080 niños, niñas y adolescentes, de los cuales 766 tenían entre 16 a 18 años, 226 eran menores de entre 13 y 15 años, y 88 tenían 12 años o menos. Por otro lado, 2.639 personas que vivieron prisión política y tortura eran jóvenes de sólo 18 a 21 años de edad. Asimismo, está consignado que al menos 91 niños y niñas fueron detenidos o estuvieron en prisión junto a sus padres o madres.

Por otro lado, el Informe de la Comisión Nacional de Verdad y Reconciliación (Informe Rettig) señala que 50 niños, niñas y adolescentes de 16 años y menos fueron asesinados o desaparecidos.

No existen datos sobre niños, niñas y adolescentes que sufrieron allanamientos, vigilancia, amedrentamiento, amenazas, golpes, expulsión de colegios o universidades, violencia psicológica u otras formas de represión y horror, ni tampoco tenemos datos que puedan dar cuenta del miedo extendido, del silencio, de la sensación de soledad o aislamiento, de los niños, niñas y adolescentes que se vieron obligados a salir al exilio, o los que pasaron hambre como consecuencia de las políticas económicas neoliberales que aplicó la dictadura.

Es necesario reconocer y visibilizar la violación de derechos humanos que sufrieron niños, niñas y adolescentes en dictadura, pero también la que se sigue produciendo en la actualidad, como podemos verlo en el caso de la niñez mapuche, que vive violencia continua en las comunidades, con la detención de sus padres o madres, e incluso con casos como la desaparición de José Huenante, joven de sólo 16 años que es considerado el primer detenido desaparecido en democracia. Los niños, niñas y adolescentes de familias pobres y precarizadas también se ven fuertemente vulnerados en sus derechos y algo similar sucede hoy con la niñez migrante.

La realidad de los niños, niñas y adolescentes en nuestro país evidencia la falta de políticas públicas que permitan el cumplimiento real de sus derechos humanos. Mientras se mantenga un modelo que se sostiene en la precariedad y fragmentación de la vida y los sujetos sociales, la búsqueda incesante de la ganancia y la exaltación del individualismo, es imposible pensar en la conquista de una vida plena para niñas, niños y adolescentes. Uno de los temas interesantes para rescatar del debate que se dio en las sesiones del ciclo Niñez y Dictadura, es el rol de la sociedad civil y quienes la conformamos, entendiendo que la posibilidad de conquistar nuestros derechos, sólo puede provenir de la organización y movilización colectiva.

Esta nota es parte de la síntesis de los resultados que dejó el Seminario, el que fue organizado por los Diplomas de Extensión "Violencia política, memoria y producción cultural en América Latina" (CECLA), "Cultura, Política y Sociedad en América Latina, Siglo XX" (CECLA) y "Literatura para infancia, adolescencia y juventud" (Departamento de Literatura), en conjunto con PIDEE, el Proyecto Fondecyt 1180331 “Representaciones de la memoria transgeneracional en producciones artístico-culturales de hijos y nietos en países del Cono Sur. 1990 – 2017” y la Cátedra de Derechos Humanos de la Vicerrectoría de Extensión y Comunicaciones de la Universidad de Chile. 

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