Seminario "Educación Pública y Privatización"

Gary Anderson, Universidad de Nueva York: "Se intenta deslegitimar la educación pública para destruirla"

"Se intenta deslegitimar la educación pública para destruirla"

Para Gary Anderson, la principal crisis no está en la docencia ni en las escuelas públicas. Este profesor norteamericano apunta a una crisis del Estado que ya no quiere proveer los servicios, que se ha retirado, “que no da servicios sociales ni apoya a los individuos. Ahora tenemos a los individuos desprotegidos que tienen que lograr movilidad social sin ayuda”.

De visita en Chile para participar en el seminario “Educación Pública y Privatización”, organizado por la Facultad de Filosofía y Humanidades, la Facultad de Ciencias Sociales y la Vexcom de la Universidad de Chile, Anderson se refirió también a los nuevos actores que han entrado a jugar en la toma de decisiones de las políticas educativas y cómo los académicos han ido perdiendo influencia en medio de la proliferación de think tanks conservadores.

“Tenemos varias dimensiones de la privatización. Hay otras dimensiones además de lo económico, la segunda dimensión es lo político, el neoliberalismo ha cambiado las formas de gobernanza radicalmente, nuevas redes políticas, con actores que no existían hace 30 años, en Estados Unidos en la educación. Antes los académicos y los sindicatos tenían bastante influencia en la política pública en educación. Desde los años 30 hasta los años 70 realmente los actores eran los educadores en cuanto a la política educativa, pudimos profesionalizar la docencia, preparar a los docentes en las universidades, hubo adelantos bastante importantes en cuanto al profesionalismo de la docencia y en las reformas escolares. Empezando los 80 aparecen nuevos actores en Estados Unidos, encabezados por la cámara de comercio y nuevos actores políticos, algunos que ya se conocen, nuevas redes, emprendedores políticos como los nuevos filántropos, donde Bill Gates es el más conocido, gente que ha aprovechado el neoliberalismo para generar más ganancias en sus negocios y entonces esa plusvalía la están utilizando ahora como individuos privados para hacer política pública. Nadie eligió a Bill Gates para tener tanta influencia en las políticas públicas educativas y, sin embargo, es difícil imaginar las políticas públicas en Estados Unidos de Obama sin el dinero de Bill Gates detrás: entregó 200 millones de dólares para promover la evaluación de docentes por los resultados en los exámenes. Lo único bueno es que ha movilizado a la docencia como nunca vimos en el pasado. Hay una proliferación de think tanks conservadores promoviendo ideas y que compiten con los académicos”.

Anderson abordó las dimensiones de la privatización en lo cultural y en la creación de nuevas subjetividades en las escuelas: individualismo institucionalizado (fragmentación, anti solidaridad); desaparición de los espacios públicos; invasión de lo comercial en todas las horas despiertas de los individuos; y privatización de los medios.

En este contexto se genera un control desde afuera de la profesión docente, a través de la vigilancia pero a distancia, un control concertado: “la presión de los pares, la vigilancia y hasta la humillación se tornan hechos cotidianos. Antes el docente podía cerrar la puerta de su aula, pero ahora el examen traspasa la puerta”.

Anderson estuvo en Chile durante la semana en que se anunció que más de 783 establecimientos subvencionados han solicitado pasar al régimen de gratuidad a contar del año 2016. Sin embargo, persiste la desconfianza en las familias respecto a lo que implicará la gratuidad, asociándola a un deterioro de la educación.

¿Por qué se asocia lo gratuito a la mala calidad?

No estoy tan convencido de que sea ese el problema, porque como dije en la sesión creo que hay que entender el buen sentido del padre que elige la escuela y cuál es la forma de pensar y creo que no es necesariamente muy racional o basado en un conocimiento de las escuelas, sino que tiene que ver mucho con la percepción de quienes mandan los hijos a determinadas escuelas. O sea, es el capital social y cultural de la escuela más que la calidad de la escuela. A lo mejor piensan que los que cobran atraen a otro nivel de familias, entonces es una combinación del hecho de cobrar pero también de quiénes mandan a sus hijos ahí. Porque por ejemplo tienes escuelas públicas muy buenas, colegios tradicionales donde va mucha gente de elite que son públicos, que no cobran, pero todo el mundo sabe que son muy buenos. Nadie piensa ‘no voy a mandar a mi hijo ahí porque no cobran’. Es más complejo que eso. Es la percepción de que como somos sociedades muy segregadas hoy día, muy segregadas por clase social, andamos en círculos bastante cerrados, de otra gente como nosotros. La estratificación social es tal que los padres quieren mantener a sus hijos con gente que ellos ven como de su clase social. En general, la elección va más por ese lado. Y no necesariamente tienen razón, a veces una escuela tuvo una reputación hace 10 años y ahora ya no es así, y las escuelas cambian de reputación. El problema de la elección de escuelas es que los padres no tienen información. El problema de la teoría de la elección racional tendría cierta validez si tuviéramos toda la información para elegir escuela, pero no la tenemos y sobre todo las familias pobres no la tienen, entonces deciden por múltiples razones.

¿Y también su decisión está afectada por la imagen que la sociedad tiene de la educación pública? Usted señalaba en el seminario que hay think tanks en Estados Unidos que tienen una influencia mayor que el mundo académico y que realizan campañas contra la educación pública.

Se intenta deslegitimar la educación pública para destruirla. En Estados Unidos hay grupos de padres que compran escuelas como negocios, las escuelas charter [financiadas con fondos del Estado pero auto gestionadas por grupos privados u organizaciones sin fines de lucro], hay una manipulación de la comunidad, no se trata de movimientos. Y hay filántropos que promueven esto.

Según Anderson, estas formas de poder se pueden resistir con vigilancia crítica y resignificación de los discursos, creando alianzas con otros grupos de profesionales y desde todos los sectores públicos.

“Es difícil porque ellos tienen muchísimo dinero. Tienen tanto dinero que pueden gastar en promover esto. Nosotros sólo podemos con movimientos de base, movilizaciones, que ustedes acá tienen, pero tampoco se logra mucha influencia”.

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