Presentación del libro Aquellos niños del exilio de Silvia Dutrénit Bielous

Presentación del libro Aquellos niños del exilio

Hernán González Riquelme tenía 14 años cuando se despidió de Chile para ir a vivir a México. Con más de 30 años en México, más de los que ha vivido en Chile, Hernán se pregunta si se puede acabar el exilio cuando éste traspasa las generaciones y alcanza a hijas e hijos que, en su caso, transitan entre México, Francia y Chile. Dónde quiero vivir es una pregunta que se hace parte del exilio, señala.

“Es una experiencia que nos abrió el mundo cultural de un país y que nos permitió conocer otros valores humanos, de solidaridad, cariño, amor y donde, de alguna manera, rompimos con la generación de nuestros padres”, cuenta Hernán. La adaptación al país y a la sociedad mexicana también los vinculó con el exilio español, ya que asistieron a colegios fundados por sobrevivientes de la Guerra Civil Española. En ese contexto, no fueron solo mexicanos, sino también nietos de españoles, argentinos, uruguayos y salvadoreños con quienes compartieron el sentimiento del exilio.

Ese cambio lo puso en contacto con algunas cosas que hoy valora, como pasar de leer Papelucho y Mampato en Chile a conocer textos de Roland Barthes, Kant, Hegel, Rulfo y más. “El exilio es eso también, es un crecimiento muy grande en lo emocional, es un crecimiento de hermandad. Las amistades que hice en México son de hermanos para siempre, una especie de cofradía. También tiene sus bemoles este tiempo”.

Cuando Hernán va a México le preguntan de dónde eres, y cuando está en Chile le preguntan de dónde eres. Para él eso es ser un niño exiliado de las dictaduras. “El exilio fue una ruptura de la familia, no solo de las instituciones”, sentencia.

Para María Luisa Ortiz, Jefa de Área de Colecciones e Investigaciones del Museo de la Memoria y los Derechos Humanos, el exilio ha sido un tema bastante ausente en el debate público, en la conversación y en las medidas implementadas después del fin de la dictadura. “No solo no se habló de lo que significó el exilio, sino que tampoco se produjeron espacios de diálogo y encuentro. No se abrieron espacios de conversación respecto de lo que significó vivir, ni de los conflictos que siguen estando muy presentes”, explica.

María Luisa señaló que en el museo se abordó el tema, a través de una serie de iniciativas que incluyeron un ciclo de conversaciones en las que tocaron temas de profunda emocionalidad y donde se reunieron personas que nunca habían hablado de lo que significaba llegar a otro país, con otro idioma, otra cultura, pensando en que nunca se volvería a Chile. “El libro de Silvia viene a complementar estos esfuerzos y es un aporte a la necesidad de romper con los silencios”, indicó María Luisa.

Loreto Rebolledo, académica de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Chile, apuntó a que uno de los grandes méritos del libro es darle la palabra a los niños y niñas. No hablar por ellos, sino integrar la necesidad de escuchar la memoria y las narraciones de su exilio en México siendo niños o de quienes nacieron allí. Para la Prof. Rebolledo, la riqueza de las fuentes orales y los testimonios permiten abrir nuevas lineas de investigación sobre las migraciones y el exilio.

Finalmente, Silvia Dutrénit Bielous, autora del libro, señaló que los que dispararon los estudios sobre los niños fueron los propios niños. Por ello su agradecimiento a quienes estuvieron “dispuestos a caminar en el túnel del tiempo hacia atrás y que se presentaran momentos dolorosos. Sin esa evocación hubiera sido imposible. Entrevistar, poner ese espacio de escucha y que por primera vez que se les preguntara qué recordaban, y qué significaba esa experiencia fue emocionantes y muy duro".

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